En el norte de México, en la zona de Mapimí, hay una extensión desértica que es conocida como la “zona del silencio”.
Existe la creencia, de que en esta zona las transmisiones electromagnéticas no se propagan, las brújulas no apuntan al norte magnético, los encuentros con extraterrestres son frecuentes, y la flora y fauna presenta mutaciones.
La zona, en efecto,es una reserva ecológica, para proteger las especies ambientadas en ese clima desértico, que en algunos casos son únicas y en peligro de extinción (aunque no mutantes).

Otras historias hablan de extrañas luces en el cielo, arbustos ardiendo y lluvia de fuego. También ayuda, que esta zona se encuentra en el mismo paralelo que el triángulo de las Bermudas, las pirámides de Giza, o las ciudades sagradas del Tíbet.
Pero, ¿cómo surgió este extraño mito, y cómo se ha propagado a nivel internacional?

La historia podría haber terminado ahí, porque casi nadie vio la caída del artefacto. Quizá algún pastor creyese que un ángel había caído del cielo. La gente en los pueblos atribuyó el destello a una estrella fugaz inusualmente brillante o a un meteorito. Tal vez nada más se habría dicho si el Gobierno de los Estados Unidos no se hubiese interesado por recuperar el misil. Gente local fue contratada para peinar la zona por tierra, mientras que aviones americanos lo buscaban desde el aire. Una vez recuperados los restos, y limpiada la zona, los americanos se fueron y volvieron a dejar todo tan solitario y aburrido como solía estar. Algunos de los locales participantes en el dispositivo organizado por el gobierno de los EE.UU. vieron la posibilidad de negocio si conseguían atraer turismo a la zona, y el incidente del misil era el pretexto perfecto. Adornaron la historia con unos vórtices magnéticos que provocaron el fallo del misil, de tal manera que llamaron la atención de los medios de comunicación. Y a partir de ahí se creó el mito, que se ha ido realimentando con cada argumento adicional (cierto o falso) ocurrido desde entonces.

Los habitantes de la región están divididos entre los que están a favor y en contra de ese grupo de población, de escaso coeficiente intelectual, que acude a visitar la zona del silencio y que son conocidos como zoneros. Todo depende de si se benefician económicamente o no. Uno de los que están en contra, confesaba que en una ocasión, al ser preguntado por la manera de llegar a la zona de silencio por un grupo de zoneros, respondió que tenían que seguir la carretera hasta que se encontrasen con unos marcianos que pasaban de una cuneta a la otra