La tumba donde reposan los supuestos restos del sanguinario príncipe rumano Vlad Tepes, que inspiró al famoso vampiro creado por el escritor Bram Stoker, se hallaría en una iglesia de Nápoles.
El príncipe rumano Vlad III o Vlad Tepes –palabra que significa “empalador”, por su sanguinaria costumbre de empalar vivos a sus enemigos-, nació en Transilvania el año 1431. Apodado también como Vlad Draculea (“dracul” significa demonio o dragón en rumano), fue un gran luchador en contra del expansionismo otomano que amenazaba a Rumania y al resto de Europa.
Considerado en la actualidad como un héroe nacional en su país natal, el príncipe Vlad III se caracterizó en todo su reinado por su carácter violento e impredecible. Como su apodo lo indica, el noble rumano tenía una marcada predilección por el empalamiento, técnica de tortura y ejecución que consiste en introducir un palo de casi cuatro metros de longitud por el recto, fijarlo a la carne con un clavo y después levantarlo para que la víctima muriese lentamente.
Supuestamente, más de 40 mil personas -incluyendo enemigos políticos, traidores y delincuentes-, murieron de esta forma o a través de otros métodos de tortura. A Vlad le gustaba organizar empalamientos multitudinarios con formas geométricas. La más común era una serie de anillos concéntricos de empalados alrededor de las ciudades a las que iban a atacar. La altitud de la estaca indicaba el rango que la víctima había tenido en vida. Con frecuencia, Vlad, que solía almorzar frente a bosques llenos de sus víctimas recién empaladas, los dejaba pudriéndose durante meses. Además del empalamiento, otros crueles métodos de tortura usados por el sanguinario príncipe de Valaquia eran la amputación de miembros, nariz y orejas, el estrangulamiento, la hoguera, la castración, el desollamiento, la extracción de ojos con ganchos, la exposición a las fieras salvajes y la lenta destrucción de pechos y genitales, especialmente de las mujeres.
Como si ello no bastara, la propia apariencia física del “Empalador” también atemorizaba a amigos y enemigos. El delegado papal Nikolaus Modruss lo describe así: “No era muy alto, pero sí corpulento y musculoso. Su apariencia era fría e inspiraba cierto espanto. Tenía la nariz aguileña, fosas nasales dilatadas, un rostro rojizo y delgado y unas pestañas muy largas que daban sombra a unos grandes ojos grises y bien abiertos; las cejas negras y tupidas le daban aspecto amenazador. Llevaba bigote, y sus pómulos sobresalientes hacían que su rostro pareciera aún más enérgico. Una cerviz de toro le ceñía la cabeza, de la que colgaba sobre unas anchas espaldas una ensortijada melena negra”
El voivoda, por cierto, se haría mundialmente conocido luego que el escritor irlandés Bram Stoker, quien dedicó siete años a estudiar los mitos sobre vampiros procedentes de Europa Oriental, se inspirara en su figura para crear su famosa novela de terror “Drácula”.
Paradero incierto de sus restos
La tradición asegura que Vlad Drácula falleció en una emboscada en 1476 en la que murieron él y la mayoría de su guardia personal de moldavos, de los que sólo quedaron diez soldados. Tras su muerte, su cara y su cabellera habrían sido separadas del cráneo y llevadas como trofeo a Constantinopla. Pero otros estudiosos aseguran que fue hecho prisionero por los turcos, o bien que sus restos descansan en el monasterio de Snagov, aunque algunos se decantan por la teoría de que fue rescatado por su hija y pasó sus últimos días de vida en Nápoles.
Erika Stella, una estudiante de doctorado de la Universidad de Tallin, Estonia, aportó recientemente nuevos datos al afirmar que encontró los supuestos restos de Vlad III en una iglesia de Nápoles. La joven, que investiga el claustro de Santa María la Nova para su tesis, detectó una extraña tumba, por lo que dio la voz de alarma a historiadores de la universidad.
Los investigadores, tras examinar la tumba, descubrieron que la lápida estaba repleta de símbolos de Transilvania, la región de Rumania donde nació Vlad III: “Las esculturas en bajo relieve demuestran un simbolismo evidente. Los dragones hacen referencia a Drácula y las dos esfinges opuestas representan la ciudad de Tebas, también conocida como Tepes. En estos símbolos, el nombre del Conde Drácula está escrito”.
El experto en historia medieval Raffaello Glinni corroboró que la tumba hallada se encontraba cubierta de imágenes y símbolos de Transilvania, una circunstancia extraña de aplicarse para un noble italiano.
Los expertos, por lo pronto, se encuentran tramitando los permisos para abrir la tumba y verificar si en su interior se encuentran los restos del príncipe Vlad, mejor conocido en su país como “el Empalador”.